Otro encare del uso de sustancias para el siglo XXI

Hay un elefante en la sala de Naciones Unidas (NN.UU.); en el comedor donde se digiere la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La guerra contra las drogas es causa de severas violaciones de derechos humanos y ambientales. 17 años han pasado sin que la Presidencia de todas las naciones hablase de la problemática global entorno a drogas que han prohibido. La Asamblea General de Naciones Unidas sobre Drogas (UNGASS 2016) no implicó un avance en términos de paradigma pero, al menos, ha hecho visible el elefante y la ineficiencia del paradigma prohibicionista de abstención.   

La Asamblea fue también una muestra de la amplia movilización social entorno a una red de temas de derechos humanos atravesados por la mala política de drogas que se impuso. Un ejemplo de ello fue la Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia, que atravesó Honduras, El Salvador, Guatemala, Chiapas, Guerrero, México DF y Tamaulipas para llegar a NN.UU en New York junto a las víctimas del crimen organizado inserto en los gobiernos de la región.

El movimiento cannábico ha sido vanguardia global en la lucha por un nuevo paradigma. Uruguay no fue sancionado por la Asamblea General y eso allana el camino. El mundo hoy se concentra en la construcción del futuro modelo de cannabis legal. Canadá toma la posta y será el segundo país en regular. EE.UU. debería resolver su situación luego de la consulta popular californiana. Y América Latina avanza de la mano del cannabis con fines medicinales, inmersa en sus contradicciones.

La reducción de daños sigue siendo un campo de disputa. El documento UNGASS (aprobado al inicio del debate) no menciona el término aunque ha debido reconocer la eficacia de la reducción de daños en los últimos treinta años. Por último, la atención social y productiva de los eslabones débiles de la cadena, como son los campesinos productores, comienza a oírse a través de sus representantes que deberán ampliar la voz antes de recibir respuesta.

La novedad de UNGASS ha sido la bienvenida al elefante, que se sentirá más cómodo en la próxima Asamblea General sobre drogas en 2019. La efectiva adopción del paradigma superador del prohibicionista no dependerá de la burocracia de NN.UU. Dependerá de las reformas de cada uno de los países en los próximos años. Uruguay ha pedido un análisis crítico del viejo Plan de Acción. El punto de partida es la prevalencia del enfoque de salud pública sobre el de seguridad; el nuevo horizonte de sentido tal vez dependa del alcance dado al consensuado enfoque de derechos humanos.

 

Por Martin Collazo

ONG PRODERECHOS

www.proderechos.org.uy

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